No quiero romperte el corazón, pero estamos en medio de una pandemia.

Norma Cerros
4 min readJun 25, 2020
The midnight gospel

Hace una semana entrevisté a una chica que vive en Pánuco, para que viniera a trabajar a mi casa. Ayer me llamó y me dijo que no podrá venir a Monterrey porque no hay camiones que vengan para acá porque en el punto de inspección de Tampico no están dejando pasar, pues hay muchos contagiados, dijo, la gente prácticamente está muriendo en las calles. Me pregunto en cuantos pueblos de México está ocurriendo esto y no lo sabemos.

El domingo se viralizaron los tweets del científico de Harvard, Dr. Eric Feigl-Ding, donde dice que llora por México, pues ni en los peores niveles de la pandemia en Nueva York, Madrid, o Lombardia, se vió una tasa de resultados positivos tan alta como la que se vive hoy en México, la cual, según sus cálculos, es del 56%, con la diferencia de que en el caso de México la tasa es a nivel país y no de ciudad (o sea mucho más cabrón todavía). Nada más para que se den una idea, los expertos dicen que, para que se pueda considerar controlado el virus, un país debe aplicar tantas pruebas sean necesarias para que el nivel de resultados positivos de cuando mucho 3%.

El viernes pasado murió mi prima Doreida, tenía apenas 43 años. Ella me enseñó a comer tomate con sal y a seguirla en las expediciones que lideraba a la casa embrujada o al campo al que daba el patio de su casa, así es como la quiero recordar. Ella tenía leucemia y al entrar al IMSS a tomar quimioterapia lo más seguro fue que se contagió de #COVID19, murió luego de haber presentado los síntomas que ya conocemos y si, sin tener contacto con su familia. Digo lo más seguro porque aunque tuvo todos los síntomas no sabemos si le hicieron la prueba y lo más probable es que nunca tengamos una confirmación, porque el Presidente decidió que era demasiado costoso e imposible el aplicar las pruebas necesarias a toda la población, así que mejor decidió optar porque mueran todos los que tengan que morir. El lunes lloramos su muerte y la despedimos vía zoom.

Y así mil historias. Aunque mil historias parecen no ser suficientes para hacer lo que está en nuestro poder para poner límites saludables que nos permitan cuidarnos, para reaccionar de manera diferente ante tiempos diferentes. Y atreverte a decirle a la suegra que no te puede visitar mientras no haga cuarentena; o para decirle al vecin@, a la tía, a tu hermano, a tu hijo, que ya no podrás dejarle pasar cuando venga a tu casa porque no cree que la pandemia es real y por ende está teniendo cero cuidados; o para “quedarle mal” a la comadre y dejar de ir a su fiesta de cumpleaños, ni tampoco para dejar de reunirte con personas que no sabes si hacen o no cuarentena, ni que cuidados están teniendo o cual es el nivel de tolerancia al riesgo de aquellos con quienes están teniendo contacto. Parece que mil ejemplos no son suficientes para empezar a cuidarnos y dejar de decir “de algo nos tenemos que morir”. Y tampoco parecen ser suficientes para aceptar sin enojarnos o tomárnoslo de manera personal cuando otros ponen esos límites.

Es difícil entender que estamos en medio de una pandemia, pues esto es algo nunca antes visto. Y sé que estás en tu derecho de hacer lo que mejor te parezca y así lo respeto. Y en este ejercicio de reciprocidad es que espero que tu también respetes la forma en que yo decido cuidar de mi familia y de los míos.

Que sepas que me mueve el miedo ante esta pandemia, que es real. El miedo a perder lo que todavía creo que puedo rescatar de lo que era mi normalidad. Y que es el miedo el que me motiva a poner límites, pero que los límites que yo pongo nada tienen que ver con tu valor como persona, ni con cuanto te quiero o lo que significas para mi. Tienen que ver con mi nivel de tolerancia al riesgo, y que para cada persona es diferente, y también con mi deseo de aferrarme a lo que todavía puedo rescatar de lo que era mi normalidad, mi vida, la de mi familia y la de los que quiero

Sé que te rompo el corazón cuando yo pongo mis límites, y eso me rompe el corazón a mi también. Pero esto es algo con lo que tu y yo tendremos que lidiar, individualmente, recordando que esto no es personal y que la primera lealtad es con una misma. Y si, también llorando lo que se necesite.

Cuídate mucho.

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Norma Cerros
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Norma Cerros es abogada y Cónsul Honoraria de Suecia en Nuevo León y Coahuila. Es directora de Womerang, A.C., esposa de Daniel y mamá de Héctor, Ian y Óscar.